Las colinas langarole son un verdadero paraíso para los amantes de la buena comida, gracias a una cocina rica en tradiciones y sabores auténticos.

Los ingredientes, simples y genuinos, son los protagonistas indiscutibles: trufa blanca de Alba, avellanas Tonda Gentile de las Langas, carne fassona, vinos nebbiolo, barbera y dolcetto.

Entre los entrantes típicos de las Langas, destaca la carne cruda al Albese, una delicada carne picada de Fassona, una raza bovina piemontesa. Similar a un tartar, se prepara con aceite de oliva virgen extra, limón y lascas de Parmigiano Reggiano, y puede ser enriquecida con finas rodajas de trufa blanca.

La bagna cauda, un acompañamiento a base de ajo, anchoas y aceite de oliva virgen extra, es un clásico atemporal. No te pierdas las anchoas al verde.

La pasta fresca es un componente fundamental de la tradición culinaria de las Langas. Los tajarin, elaborados con una masa de harina y huevos, se sirven típicamente con salsas robustas, como el ragú de salchichas de Bra o de jabalí, o bien se condimentan con mantequilla y lascas de trufa. Otra pasta imperdible son los agnolotti del plin, pequeños raviolis rellenos de carne de ternera o cerdo, que a menudo se sirven con mantequilla y salvia o en un caldo caliente.

Entre los platos principales, destaca el brasato al Barolo. La carne de res se cocina lentamente en el vino, junto con especias, hierbas aromáticas y verduras. El resultado es una carne tierna y jugosa, impregnada de las notas complejas del Barolo, con un fondo de cocción rico y aromático. Este plato representa un perfecto ejemplo de cómo la cocina de las Langas sabe realzar los productos del territorio, integrando vino y carne en una combinación armoniosa.

Los pastos de las colinas de las Langas son ideales para la producción de quesos, que representan una parte importante de la gastronomía local. La Robiola di Roccaverano, un queso de pasta blanda obtenido de leche de cabra, está entre los más célebres. Su consistencia cremosa y su sabor ligeramente ácido lo hacen perfecto para degustar fresco, tal vez acompañado de miel de acacia o una compota de higos. Otro queso típico es la Tuma di Langa, una pequeña caciotta hecha con leche de vaca y oveja, que encierra en sí los perfumes de las hierbas silvestres de los pastos langaroles.

La cocina de las Langas está enriquecida por una tradición de repostería que celebra la avellana Tonda Gentile, cultivada entre las colinas de la región y considerada una de las mejores del mundo por su dulzura y consistencia. La tarta de avellanas es un dulce simple pero irresistible, a menudo servido con una crema de zabaglione y un vaso de Moscato d’Asti, un vino dulce y aromático de la zona. Otro postre emblemático es el bonet, un pudin a base de cacao, amaretti y caramelo, que concluye con elegancia las comidas langarolas.